domingo, 4 de agosto de 2013

VUELO DE NOCHE DE SAINT EXUPÉRY

                        
*Saint Ex y Consuelo Suncín
Por Eduardo García Aguilar
Nunca había leído Vuelo de noche, bella novela de Antoine de Saint Exupéry, ganadora del premio francés Fémina en 1931, que lanzó al joven piloto iniciador de las rutas de la aviación comercial postal en Suramérica, cuando éste era un oficio de vida y muerte. Saint Exupéry murió joven en 1944 al despeñarse su avión cerca a Marsella en un accidente misterioso que ha vuelto a salir a flote con el descubrimiento reciente de la nave en el fondo del mar y el rescate de algunos objetos personales del aventurero, como su esclava grabada con su nombre.

Saint Exupéry fue un pionero y en su corta vida logró los aplausos de la crítica y de grandes autores como André Gide, prologuista de Vuelo de noche, quienes reconocieron rápidamente el talento del autor, la verdad de sus historias y palabras. Su obra transcurre en esos ricos años de entreguerras que dieron algunos de los más extraordinarios autores franceses del siglo XX como Louis Ferdinand Celine, autor de Viaje al fondo de la noche, y André Malraux, de la inolvidable Condición humana.
Todos esos autores de aquellos tiempos estuvieron ligados a la realidad, ya que se vieron confrontados a terribles guerras y conflictos, cuando las potencias mundiales se reacomodaban y se preparaban para la conflagración mundial iniciada en 1939. Los autores de entonces participaron o fueron testigos de los conflictos guerreros que se daban en alejadas zonas del planeta por el botín de sus riquezas, como en Camboya, Vietnam, Laos, Indonesia, China, Japón, India, África subsahariana, Magreb, España o América Latina, entre otros.
Ya fuese como representantes de sus respectivas potencias u observadores independientes, estuvieron en diversos frentes de batalla comerciales o bélicos desde muy jóvenes, y tales experiencias nutrieron su obras y les dieron la fuerza de la vida, lejos de los gabinetes intelectuales de otros autores preciosistas, parnasianos y simbolistas, alejados de la realidad y que estaban en boga hasta entonces desde mediados del siglo XIX. Malraux en Camboya y España, Céline en África, Saint Exupéry en América Latina.
De sus aventuras latinoamericanas Saint Exupéry sacó tema para algunas de sus obras y además allí conoció a su famosa amada, esposa y heredera, la salvadoreña Consuelo Suncín, inspiradora de El Principito, quien a lo largo de su vida tuvo múltiples esposos, o amantes de fama, que la convirtieron en una rica heredera. Saint Exupéry le habría robado el primer beso durante un vuelo de prueba sobre Buenos Aires, cuando experimentaba esas rutas que sirvieron para escribir Vuelo de noche.
Esta pequeña novela cerrada, ceñida, efectiva y de gran claridad y transparencia es equiparable a otras joyas como El viejo y el mar, de Hemingway; Billy Bud, de Hermann Melveille; o El espejo del mar y El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. Todas ellas son obras tan logradas que no parecen haber sido escritas por nadie, sino haber surgido de la nada y querer comunicarnos con la vida y la muerte directamente sin la mediación de un autor, la palabra o el estilo.
La historia es muy simple. En Bueno Aires está el centro de un nuevo experimento postal de una empresa francesa con sede en Tolosa, dirigida por el seco y frío personaje Rivière, que quiere competir con los correos marítimos o aéreos rivales, implementando riesgosas rutas nocturnas manejadas por jóvenes pilotos. Las tres rutas vienen desde la Patagonia, Santiago de Chile y Paraguay y confluyen en Buenos Aires en los tiempos de Carlos Gardel, ciudad desde donde parte todo el correo reunido para Europa.
Los vuelos nocturnos pueden ser placenteros y celestiales cuando las condiciones meteorológicas son propicias, aunque mortales cuando son asediados por tormentas y ciclones gigantescos provenientes del mar o de la cordillera de los Andes. Con los precarios avances técnicos en ciernes de la época, enfrentar esas peripecias climáticas, esos leviatanes de nubes negras y relámpagos asesinos es una tarea de titanes que se juegan la vida en el instante.
La novela cuenta la actividad de los jefes estrictos de la empresa, que manejan a contrarreloj la vida de esos pilotos suicidas y sus peripecias aéreas, uno de los cuales, y de los mejores, y recién enamorado de una bella, muere durante una de esas tormentas. El jefe es un hombre duro, de una gran lucidez y en torno a el circulan las vidas de empleados, mecánicos, pilotos, esposas, amigos, en una empresa impecable que nunca para, e incluso debe seguir fríamente sus tareas después de la muerte de una de sus mejores fichas.
Y en el aire sabemos de las peripecias del piloto malogrado, que pasa de la oscuridad total al esplendor del cielo estrellado cuando sabe que su destino está sellado. Vuelo de noche es una novela extraordinaria sobre la vida y la muerte, reflexión sobre la máquina irrefrenable de la vida humana, donde los pesados aparatos de entonces y sus hélices hacen causa común con seres humanos que aman, sudan y viven a sabiendas de que la muerte tarde o temprano los va a acechar y los rematará sobre sus aires. Por eso, Vuelo de noche es una pequeña obra maestra bíblica que todos deberíamos leer, porque también estamos condenados sin saberlo.

1 comentario:

D dijo...

Estimado Eduardo,

Me enteré de su texto por un amigo en común: Jaime Eduardo Jaramillo, curiosamente él me referenció su texto apropósito de una entrada que recientemente publiqué mi propio blog sobre la misma novela... Se la comparto:
http://diariodelecturasded.blogspot.com/2013/07/vuelo-nocturno-1931-por-antoine-de_7.html

Saludos y seguiré atento a sus post